LO TENÍA TODO

No tenía un gran barco,
ni una vanidad descapotable.

Tenía algo que pocos tienen.

Con sólo una mirada la podía hacer volar. Para ella suficiente.

Había aprendido a  coser las heridas del amor y de la vida. Enloquecía al verla reír, aquellas carcajadas desbordadas. Aquella manera de sentir.

De vivir.

Aquella sensibilidad con la que sentía y sufría las cosas. Aquel fruncir de ceño ante las injusticias,

las codicias. Aquella manera de ser,

de mi ser.

Esa alma que entraba en mí a través de sus besos, sus versos…

Su cabello, infinito mar sus sesos.

Aquella boca,
menudo volcán.

Ella no necesitaba grandes cosas,
se conformaba con el lujo de verme sonreír, disfrutar.

Hacerme feliz.

Yo me enamoré de su altruismo, su energía, su bondad.

De existir para amar y dejarse amar.

De existir para tocarme y hacerme

volar.

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Casa Museo de Pau Casals «Vila Casals»

 

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