Te esperaba como el que espera el alba llegar,
pensando en las cosas tan sencillas que nos hacen disfrutar.
Es curioso, pensaba en que me daba igual de dónde vienes, centrándome simplemente hacia dónde quieres caminar.
Y acompañarte (si me dejas) a perseguir el horizonte en el mar.
También pude reflexionar sobre los palos que nos había dado la vida.
Y, ¿sabes qué?
Que, si tienes miedo, no te preocupes.
Tenemos tiempo.
Que lo mejor está por llegar.
En el reflejo de mi copa, te creí aparecer por la espalda.
Pude sentir tu calor.
De no haber sido por tu perfume,
hubiera jurado que era la luz del sol
pero al notar tus manos tapando mis ojos,
y tu boca susurrarme al oído; -«¿Quién soy? Sólo pensé en meterme un largo trago de alcohol.
En ese preciso momento, dejé de pensar.
A partir de ese maravilloso instante,
me dejé llevar.
Si tuviera que elegir alguna de tus frases, no sabría cual… son perfectas…
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Vaya, ¡menudo halago!
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Wao… Sin palabras
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🙂
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Muy buen artículo, con foto realmente maravillosa. Mi más sincera
enhorabuena.
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Muchas gracias por tu comentario, lo valoro muchísimo, de verdad. La foto es en Tarragona. La culpa es del teléfono, yo solo compartí un rato con un amigo, y de la imagen salió parte de la inspiración. 🙂
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