ENVIDIA

Envidia.  Muero de envidia, sí.

Envidia de ver esa pareja (escena perfecta) en el aeropuerto de Sevilla. Envidia de ver como (él) se la come con los ojos, y como ella le corresponde con un mordisco en el labio.

Muero de envidia, sí.

Envidia de ver como le roza con los dedos la cintura, mientras ella hace lo propio en el rostro de él. Muero de envidia, de la complicidad absoluta de comerse a escasos palmos, sin siquiera abrir la boca.

Envidia de ver como se han tomado la licencia de parar el mundo para bajarse un rato,

y perderse juntos a navegar. A navegar en su propio universo.

Envidia de ser atónito espectador, por haberme bajado en la misma estación. Sin pretensión, pero en la parada equivocada; La de la envidia y la sumisión.

La perdición de imaginarnos a ti y a mí haciendo lo mismo,

y que otros se murieran de envidia por nosotros.

-Mira el cabrón como le toca el pelo. –

Hace que a ella se le ponga carita de cordero y, que sus ojos se vean como dos lunas.
Que manera de decirse tanto, sin pronunciar siquiera una sola palabra. Lo máximo que utilizan sus bocas, es para morderse el uno al otro.
Y eso sí que da envidia.

Envidia de amor.

aeropuerto

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